Si Neil Armstrong pronunció aquello de “Un pequeño paso para el hombre, un gran salto para la humanidad” cuando puso un pie en la Luna en el verano del 69, Jonathan Edwards bien podría haber dicho algo así como tres pequeños pasos para el hombre y un gran salto para la posteridad en el verano del 95. El 7 de agosto de ese año, en un estadio Ullevi, en Gotemburgo (Suecia), abarrotado por el público que seguía la tercera sesión de tarde del Campeonato del Mundo, el británico, que entonces tenía 29 años, hizo dos saltos que supusieron sendos récords del mundo. El segundo, 15 minutos después del primero, sigue siendo una plusmarca intocable 30 años después. Aquel salto de 18,29m, el primero por encima de los 60 pies de los anglosajones, ya ha resistido tres décadas.
Fuente: elpais.com