Un estadio es un espacio de confianza. El tipo de al lado puede ser un idiota o un sinvergüenza, pero un gol nuestro lo blanquea. Somos del mismo equipo, venga ese abrazo. En la calle volvemos a desconocernos, pero si le veo en peligro quizás le eche una mano porque nos une algo profundo. Algo que sirve a la felicidad o a la infelicidad y que crea un vínculo. Amigos de una misma emoción.
Fuente: elpais.com