Si lo pensamos un poco, la vida no tiene mucho sentido. Y si lo pensamos un mucho, tampoco —puede, incluso, que aún menos—. Por eso es importante almacenar en la cabeza datos que, en realidad, no sirven para nada más que para mantener conversaciones intrascendentes o para alejarse del delicado mundo de los conceptos abstractos, que no es poco. El deporte en general y el fútbol en particular son un terreno especialmente fértil para la generación de datos de escasa utilidad. Saber que el escudo de Las Palmas acoge otros seis —el de los cinco clubes que fundaron el equipo y el de la ciudad—; que la pancarta que reza Eskozia la brava en Ipurua remite a una canción patriótica escocesa; que John Benjamin Toshack dijo un día: “Benito Floro es un buen entrenador, pero no tiene ni puta idea de fútbol”; que en la temporada 1999-2000 el Murcia fichó en el mercado de invierno al mediocampista Pepe Aguilar —7 goles en 22 partidos—, que a su vez ya había fijado la fecha de su boda para el 24 de junio en Santander, a 871 kilómetros de distancia de donde se jugaría, un día después, el partido definitivo para el ascenso a Segunda: Aguilar logró llegar a Granada, marcó el único gol del partido y ascendió; que cuando a Ramón Mendoza le dieron para firmar el contrato de Peter Dubovsky con el Real Madrid dijo que un futbolista de su club no podía cobrar tan poco dinero y decidió redondear al alza.
Fuente: elpais.com