En según qué contextos, la frontera que separa la integridad del ridículo más espantoso es prácticamente inapreciable. De lo que ocurra este domingo en Abu Dabi dependerá que McLaren puede hacer bandera de lo primero, o reciba mofas por lo segundo. Nadie en su sano juicio hubiera anticipado hace solo tres meses, que el Mundial de Fórmula 1 no se resolvería hasta la última parada del calendario, y mucho menos que la escudería británica tendría opciones de perderlo en favor de Max Verstappen. El piloto de Red Bull busca completar un triple salto mortal con pirueta que le llevaría a encasquetarse su quinta corona de campeón, todas ellas encadenadas desde 2021; en un repóquer que le colocaría en el mismo plano que Juan Manuel Fangio, a la vez que le desmarcaría del trío que forma actualmente con Alain Prost y Sebastian Vettel. El talento del holandés es incuestionable porque tira de él cada fin de semana, pero en una disciplina en la que el factor humano ha quedado por debajo del mecánico, la magia no basta si uno no recibe alguna que otra ayuda. Lo curioso del caso es que, en esta ocasión, la esperanza de Verstappen la ha hecho posible McLaren.
Fuente: elpais.com