Mariana Gómez, de 73 años, estaba harta de que cada vez que les pedía ayuda a sus nietos con alguna función de su teléfono móvil, en lugar de explicarle cómo resolver sus dudas, se lo hicieran directamente ellos. Por eso decidió coger el toro por los cuernos y apuntarse a las clases de tecnología que impartían en su pueblo de La Albaida del Aljarafe (Sevilla). A Flora López, sevillana de 72 años, le pasaba lo mismo y ha pasado de preguntar a sus hijas a hacerlo directamente a Gemini o ChatGPT o a aprender a través de tutoriales de Youtube. “Ya no me da vergüenza equivocarme”, señala.
Fuente: elpais.com