Podríamos decir que no hay secretos alrededor de Linda Mirada. Todo en su música es lo que parece, todo es sencillo: canciones pop que buscan contar una historia sobre una buena melodía. Pero ningún intérprete musical sería tal cosa si no proyectara esa fantasía que convierte a las personas en artistas y separa a los artistas del público. Cuando la responsable del proyecto musical conocido como Linda Mirada cuenta su historia, dichos misterios se atenúan sin llegar a desaparecer nunca por completo. Linda Mirada es el nombre —sacado de un personaje de Barrio Sésamo— que le sirve a Ana Naranjo García (Costa Rica, 1976) para estar sin estar del todo. Ese sería su primer misterio: una artista de música pop que, en lugar de exhibirse, se oculta. De hecho, cuando se sentó al piano para escribir sus primeras canciones, estaba convencida de que no iban a interesar a nadie. “Fue un amigo el que me convenció de que había que grabarlas”, explica Ana durante una videollamada. “Desde el principio contemplé la idea de hacer música como algo donde colaboraría otra gente, amigos, sobre todo. Yo quería ser la voz cantante pero no la protagonista. Por eso busqué un apodo”. Uno de esos amigos era el músico estadounidense Bart Davenport, que la convenció para que se fuera a San Francisco a grabar el que fue el primer álbum de Linda Mirada. Eso sucedió en 2009, y ahora, 15 años más tarde, ha vuelto a suceder. Y de nuevo los amigos han sido un factor clave para que Linda Mirada grabara nuevo disco, después de doce años dedicada a otros menesteres.
Fuente: elpais.com