“Mala mujer, mala mujer. Me han dejado cicatrices por todo mi cuerpo tus uñas de gel”. Era 2017 y ese año, el trap burbujeaba en España como una nueva identidad cultural y con una estética propia. Con Bad Gyal -y sus maxi uñas- en pleno ascenso y Rosalía afilando las suyas preparada para lanzar El Mal Querer, C. Tangana daba en el clavo con la referencia a las garras semipermanentes, justo antes del boom por este tipo de manicura (en los años sucesivos, el “gel polish” sería casi el 60% de los servicios de uñas en España, con más de 9 millones de usuarias recurrentes al año y más de 40 millones de tratamientos anuales, según datos de Stanpa). La “semi” completó el círculo y alcanzó a su tribu antagonista (las pijas), que pronto adaptaron la técnica con su propio estilo de colores neutros, manicuras afrancesadas y efectos glaseados. Las uñas de gel, como se conoce comúnmente a la manicura semipermanente, son probablemente el rasgo de belleza que identificará a nuestra década, como lo fueron las cejas lápiz en los años 90. Y ahora están prohibidas.
Fuente: elpais.com