La ropa importa poco en la mayoría de las marcas de moda famosas. El diseño de prendas, los desfiles espectáculo y las embajadoras famosas suelen cumplir la misión de vender accesorios: bolsos, zapatos, cinturones, pañuelos o incluso charms, tazas o llaveros en algunos casos. En Jil Sander, sin embargo, lo que importa, y mucho, es la ropa. Durante los noventa, la diseñadora alemana inventó (o más bien institucionalizó) un modo de vestir en el que las prendas, perfectamente cortadas y decoradas con detalles y matices mínimos, subrayaban el carácter de quien las llevaba. En una entrevista en S Moda, Sander recordaba esos años y reflexionaba sobre diseñar con “una misión” y “no ver la ropa como un mero adorno sino como una forma de subrayar la inteligencia”. Años después, la escuela Sander tuvo alumnas aventajadas, de Phoebe Philo a las hermanas Olsen (The Row) o Nadège Vanhee en Hermès, que se entregaron a lo que comúnmente se llama minimalismo para vestir a las mujeres de forma cómoda y rigurosa, con una especie de perfeccionismo obsesivo que solo detecta el observador experto (y el que lo lleva, claro).
Fuente: elpais.com