Yo solía ir a comer casi a diario a casa de mi madre, a mesa puesta, claro, cuando ella aún podía hacerme la comida, y después veíamos juntas un capítulo de Amar es para siempre, primero y Amar en tiempos revueltos, después. Le encantaba, nos encantaba. Le conté un día lo que eran las tramas troncales (Manolita, Pelayo, Marce, el Asturiano) y por qué cada temporada introducían nuevos personajes. Semanas después oí desde la cocina cómo se lo estaba explicando a mi hija Carlota, toda ufana ella, mientras veían un capítulo juntas.
Fuente: elpais.com