Ocurría en El último vals, la preciosa despedida en forma de réquiem glorioso que filmó Scorsese para testimoniar el último concierto de la vibrante The Band, compartida con músicos más allá del bien y el mal como Dylan, Van Morrison y Neil Young. Imagino el llanto, ya que no estaba presente, de tanta gente conmovida. He visto y vivido multitud de conciertos. Pero existen algunos especiales respecto al estado de ánimo del público. Uno fue en julio del 82, en el Calderón, en medio de rayos, aguacero e ilusión compartida cuando aparecieron los Rolling Stones. Esa emoción de los espectadores, la sensación de que determinadas canciones han sido compuestas exclusivamente para ti, para tus emociones, para tu identificación, también lo consigue Springsteen.
Fuente: elpais.com